Les ONG demanen ajuda pels seus programes d'alimentació durant les vacances

Las oenegés piden ayuda para sus programas de alimentación y ocio durante las vacaciones

Por increíble que parezca, la alimentación infantil es un problema real en Barcelona

 

Qué ocurrirá con los hijos de familias afectadas por la crisis cuando cierre la escuela el 21 de junio? Imaginen a los chicos en casa o en la calle sin nada que hacer durante tres meses. Sin poder ir de vacaciones, sin poder contar con una actividad que los mantenga ocupados y, en el caso más extremo, sin comida en la nevera.

Desde que en el 2008 empezó a aumentar el paro y a medida que estas familias han agotado los subsidios, las organizaciones humanitarias que actúan en Catalunya observan con creciente preocupación el impacto de estos tres meses vacantes. La Fundació Pere Tarrés ha sido la última de las organizaciones sociales catalanas que han presentado su proyecto de ayudas destinado a estos niños. Con dos propósitos: "Garantizar que durante el verano tengan alguna actividad y también una alimentación sana y equilibrada en los casos en los que no esté asegurada", explica su presidente, Josep Oriol Pujol. El objetivo de la organización es dar cobertura económica a unos 2.200 niños durante el verano a través de 20 centros repartidos mayoritariamente por el área metropolitana de Barcelona.

La Fundació Catalana de l'Esplai también lanzó hace algunas semanas su campaña de captación con el objetivo de financiar 6.000 becas que garanticen el acceso al ocio a otros tantos niños. Y al igual que ambas fundaciones, la Creu Roja de Catalunya también ha puesto en marcha un programa destinado a los cerca de 800 escolares que ya mantiene becados durante el curso.

Antonio Pérez es el responsable de este nuevo programa de Creu Roja en el que han tratado de implicar a los comercios de proximidad de las localidades en los que viven las familias.

La cuantía de la beca del comedor escolar que la organización financia durante el curso se convierte ahora en dinero que las familias pueden utilizar para acudir a los establecimientos con los que la organización ha concertado esta ayuda. "De este modo -explica Pérez- los niños van a comprar del mismo modo que lo haría cualquier familia". Este es un aspecto que tienen en común todos los proyectos sociales descritos aquí: "El perfil de la nueva pobreza nos obliga a buscar nuevos modos de resolver los problemas sin estigmatizar", admite Pérez.

Algunos de estos niños son hijos de familias que ni tan siquiera hubiesen podido imaginar hace algunos años que se encontrarían en su situación. No es la pobreza crónica, es la pobreza cuyo elemento común es siempre la falta de empleo. Las clases más modestas descienden al precariado: precariedad en el trabajo, precariedad en la vivienda, precariedad en la alimentación que acaba impactando en los niños.

Por increíble que resulte, la alimentación infantil es un problema real en el área metropolitana de Barcelona. Maria Valencia, la directora de los centros de la Fundació Pere Tarrés, señala el caso de un centro social de su organización en l'Hospitalet donde el 70% de los 200 niños que están inscritos en este centro comen de las donaciones del Banc dels Aliments. Una cifra asombrosa que se traduce a menudo en una alimentación deficiente en la medida que el Banc no provee generalmente de verduras o carnes.

Juana Martín, de Càritas, asegura que "hay situaciones que hace unos años años hubiesen resultan increíbles pero que se han convertido en normales". Càritas está asociada con Creu Roja en el proyecto de las becas de alimentación y es también un aliado imprescindible del proyecto de la fundación Pere Tarrés, por una razón penosa: las ayudas de la Generalitat no han llegado. Y mientras no llega el dinero público y las ayudas privadas no alcanzan, Càritas, que a su vez gestiona un fondo de La Caixa para la infancia, se convierte en el banco bueno aportando 100.000 euros.

Mercè Darnell, coordinadora de programas de Càritas en el área de Barcelona, sostiene que, con o sin la ayuda de la Administración, la sociedad da respuesta globalmente cubriendo "los casos más graves". Pero Darnell insiste en que la alimentación es uno más de los problemas que sufren estos niños y que la solución requiere una atención integral. Si en invierno esa atención recae en la escuela, en verano puede recaer en las colonias y en los centros abiertos, donde los niños puedan convivir, ver un horizonte diferente del que a menudo les ofrece su entorno y, claro está, comer bien.

Jaume V. Aroca, a La Vanguardia, 19 de maig