Càritas recondueix la cua de Canaletes

Càritas recondueix la cua de Canaletes

Càritas reconduce la cola de Canaletes

Los voluntarios que entregaban alimentos y las personas que acudían a buscarlos
se han integrado en un comedor social de Ciutat Vella

Si esta semana, entre el lunes y el miércoles, ha bajado a la cabecera de la Rambla de Barcelona a la hora de la puesta de sol, habrá comprobado que la cola de personas que, desde hace meses, se formaba allí para recoger la comida que ofrecía un grupo de voluntarios ha desaparecido.

Ha sido un trabajo difícil en el que la tarea de persuasión de mucha gente ha sido decisiva y en cuya resolución ha tenido un papel clave la organización Càritas, que ha habilitado el primer comedor social que sirve cenas cuando anochece y que gestiona la Fundació Futur, la misma que hace pocos días estrenó su primera tienda de comida social en la calle Tallers.

La cola de Canaletes, la cola del hambre, como la llamaron algunos, sacudió hace algunos meses la fotogenia de la Barcelona turística. Cerca de un centenar de personas acudían tres días por semana atraídos por las bolsas de alimentos que repartía un grupo de ciudadanos constituido de un modo espontáneo. El Ayuntamiento de Barcelona lo toleraba, a pesar de que nunca lo vio con bueno ojos (en algún momento llegó a plantearse disolverlo por la fuerza), pero eran las organizaciones humanitarias quienes veían con mayor recelo aquel acto de buena voluntad. Como aseguraban ayer fuentes de Càritas, la solución de los problemas que genera la pobreza ha de llevarse a cabo con la mayor dignidad e intimidad, y aquella no era una buena fórmula.

La solución ofrecida por Càritas ha consistido en reconducir la cola y trasladarla a un comedor social de la Fundació Futur, cerca de Correos, en Ciutat Vella, donde los voluntarios podrán mantener el contacto con aquellas personas a las que ayudaban en la cabecera de la Rambla, porque ahora prestarán su ayuda en este comedor.

A este grupo de voluntarios cabe reconocer el mérito de haber impulsado con su acción la creación del primer comedor social que sirve comidas por la tarde-noche.

Fuentes de Càritas se mostraban prudentemente satisfechas por este acuerdo, pero recordaban que la de Canaletes no es la única cola del hambre que hay en Barcelona: "Hemos detectado once más en diversos puntos de la ciudad", explicaban.

La noticia de la solución de este problema se producía al tiempo que esta organización vinculada a la Iglesia de la región de Barcelona -las tres diócesis de Barcelona, Sant Feliu y Terrassa- presentaba su balance para el año 2012 y sus primeras impresiones sobre lo que está ocurriendo en el 2013.

El cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, presentó la memoria de la organización, algo no muy usual y que pone de relieve la importancia que esta organización de la Iglesia da en estos momentos a su acción social.

El diagnóstico de la memoria no es precisamente halagüeño. Si hasta hace unos años la organización expresaba su inquietud por el hecho de que cada vez más personas que nunca habían precisado la ayuda de Cáritas y se acercaban a los servicios sociales, ahora juzgan todavía más alarmante el hecho de que quienes están pidiendo ayuda hace años que la piden. En palabras del cardenal arzobispo, "la pobreza se hace más intensa y crónica".

Quienes han traspasado el umbral del lado oscuro de la crisis no logran encontrar un camino de vuelta. "Las familias -afirmó Martínez Sistach- necesitan más recursos y acompañamiento, ya que, como más tiempo pasan en situación de pobreza, más difícil es recuperarlas".

Càritas de Barcelona ha atendido en los cuatro primeros meses del año a más de 43.000 personas, esto es, un 9% más que en el mismo periodo del 2012; a lo largo de todo el año atendieron a un total de 260.700 personas, a su vez un 3% más que en el 2011.

Esto significa que el número de personas atendidas en algún momento por la organización alcanzaría el 6% de la población de la región metropolitana, unos cuatro millones de habitantes.

Algunos datos de la memoria conducen a llevarse las manos a la cabeza. Algo menos de un 10% de estos ciudadanos auxiliados por Càritas, unos 20.000, son niños.

Del conjunto de las personas atendidas, el 70% está en el paro, lo que redunda en la idea de que, para la mayoría de los ciudadanos que reciben ayuda de la organización, el principal problema es el empleo y que si lo tuvieran no requerirían estas ayudas.

A ellos hay que añadir un grupo incipiente, pero cada vez más considerable -un 7%-, de personas que, aún teniendo un empleo, no consiguen percibir un salario suficiente para cubrir sus necesidades básicas. El precariado va ganando significación en la escala social catalana. 

En el 28% de los hogares atendidos por Càritas no se produce ingreso de ningún tipo y la mitad de las familias tiene hijos a su cargo. La mitad -contra quienes sostienen que estas organizaciones benefician sólo a la inmigración- son personas nacidas en España.

Contra este cuadro, Càritas ha gastado más de cinco millones de euros en ayudas consagradas a garantizar la alimentación, a la tutela de los niños y a garantizar un cobijo. En este mismo sentido, la coordinadora de acción social de Càritas, Carme Trilla, explicó que la organización, a través de su red de viviendas, garantiza 621.000 pernoctas bajo cobijo al año.

El servicio de mediación contra los desahucios, uno de los primeros que se pusieron en funcionamiento en Catalunya, ha resuelto a lo largo del 2012 454 casos y ha evitado 315 desahucios. Carme Trilla admitió que la presión social ha hecho que el número de lanzamientos se haya reducido significativamente en los últimos meses.

Jordi Roglà, director de Càritas Diocesana de Barcelona, reveló que el mes de septiembre la organización va a poner en marcha un servicio de asesoramiento laboral del estilo del que ya pusieron en funcionamiento para la mediación en el caso de conflictos con la vivienda. Roglà subrayó que el trabajo es el principal problema que tiene en estos momentos la mayor parte de las personas que se acercan a la organización. La idea es ayudar a buscar trabajo, pero también conseguir que los trabajadores que están en paro desde hace mucho tiempo puedan poner en práctica sus habilidades para volver al mercado de trabajo. Càritas utilizará para este servicio de mediación la red de Empreses amb Cor, que desde hace años colaboran con la organización.

Jaume V. Aroca, a La Vanguardia, 31-5-2013